Tras meses leyendo y escuchando (benditos podcasts) todo lo que cae en mis manos, mi hambre por aprender sobre la temática ha sido directamente proporcional a la potente sensación de haber estado toda la vida en constante búsqueda de algo que desconocía y no entendía. Esta es la razón por la que el enganche ha sido mayúsculo y quiero saber más y más.
Bien es cierto, que, por momentos, los sentimientos que te pueden generar estos contenidos son un tanto dolorosos (frustración, desasosiego, odio...), pues te ves tan fielmente reflejado en tus momentos vitales más confusos y te queda un poso amargo debido al hecho de no haber sacado, en su momento, ciertas conclusiones ahora obvias, de no haber reaccionado de la manera más productiva, o incluso, de haber perdido un tiempo que ahora reconoces como valioso. Pero apaciguada la fiera interior, lo que queda es muy valioso, es el aprendizaje sobre ti mismo, sobre las relaciones sociales, sobre el ser humano, sobre el entorno, sobre el mundo... sobre todo este complicado juego que supone el vivir.
En el histórico de mi búsqueda, si me paro a analizar, nunca tuve mucho foco, ni una dirección clara que perseguir, pero, aún sin explicación, sabía que tenía que hacer algunas cosas que me han traido, con el paso de los años, a lo que ahora mismo soy y me hace feliz. Labores de voluntariado, trabajo asociativo, el nacimiento de este mismo blog sin objetivo ni pretensiones más allá que las de comunicar, todo tenía mayor lógica de lo que parece y ahora lo voy entendiendo; de hecho, están muy alineadas con las decisiones más personales que he ido tomando en cada momento (cambios de trabajo, relaciones sentimentales, paternidad...).
Pero ésa es otra historia aparte de lo que quiero mostrar en este post de hoy.
El foco de hoy, principalmente, quiero ponerlo en la que creo que es la mayor clave del aprendizaje sobre el uno mismo, el que conlleva de veras desarrollo y autoevolución (sí, digo auto porque soy de los que cree que todos tenemos la responsabilidad de tirar de nuestra propia personalidad hasta llevarla a un estamento superior cada día).
El concepto clave es La Consciencia.
La consciencia vista como conocimiento de uno mismo y de todo lo que de ello emana.
La consciencia vista como autocontrol y control de todo aquello que nos rodea, o mejor dicho, control de las respuestas que todo eso nos genera. No podemos cambiar la realidad y los sucesos, pero sí el cómo nos afecta y cómo vamos a reaccionar para no perder las riendas de nuestras vidas.
Es alrededor de todo esto, donde he llegado a distintas teorías de distintos autores que hablan sobre las diferentes jerarquías de los niveles de la consciencia humana.
Un tema apasionante de veras.
Para no dilatarlo mucho más, resumir que más o menos fragmentados y descritos, todos los pensadores que han trabajado esta temática suelen coincidir en que la evolución personal e intrapersonal suele pasar por distintos estamentos, desde los más primitivos e imperfectos, a otros más complejos e idealistas, que son los que realmente nos traen la felicidad y la sensación de sentirnos realmente desarrollados.
Cada salto a un nivel superior, nos conllevará dolor, incomprensión, sufrimiento y esfuerzos importantes, pero siempre merecerá la pena, pues nos traerá un cambio de paradigma con un enorme y positivo impacto en tu vida.
Os dejo, de todas mis lecturas, la que me parece más enriquecedora, concisa y clara, alrededor de la teoría de David R. Hawkins (me abstengo de opiniones sobre el resto de su obra y enfoque, no creo en las coincidencias absolutas en cuanto a prismas vitales):
http://www.javiermalonda.com/ehc/la-escala-de-la-consciencia/
Por supuesto, agradeceer a Javier Malonda su post e invitaros a que hagáis un poco de autocrítica para localizar vuestra hora de ruta por cada una de estas fases, hasta ubicaros en vuestro 'momentum' actual. A mí me ha abierto los ojos y me ha obligado a tomar decisiones importantes para lograr la vida que de verdad quiero.
:)